Najat Vallaud-Belkacem, política franco-marroquí, ha sido nombrada consejera maestra en el Tribunal de Cuentas de Francia, a propuesta del Primer Ministro, durante el Consejo de Ministros del 16 de julio. Este nombramiento ha generado polémica, especialmente porque la exministra había insinuado días antes que estaba preparando un concurso para acceder a este puesto. En un momento en que el gobierno intenta evitar una moción de censura sobre su plan presupuestario, este nombramiento ha sido interpretado por algunos como un gesto hacia el Partido Socialista. Le Canard enchaîné ya mencionaba el 8 de julio un posible «trueque» entre el ejecutivo y los socialistas para asegurar su neutralidad. «Para evitar la censura, Bayrou está dispuesto a todo. Incluso a negociar el nombramiento en el Tribunal de Cuentas de la socialista Najat Vallaud-Belkacem a cambio de la neutralidad del grupo PS durante la votación de su presupuesto al inicio del curso», afirmaba el periódico satírico francés. Desde la oposición, las críticas no se han hecho esperar. «Felicitaciones a Najat Vallaud-Belkacem, quien ingresa al Tribunal de Cuentas directamente en el grado más alto habiendo pasado un concurso que no existe», ironiza Thomas Ménagé, diputado RN, en X. «Para aquellos que se preguntaban qué es el "sistema", aquí tienen un nuevo ejemplo», concluye. Su colega Matthias Renault califica la situación de «vergüenza» y se pregunta: «¿Es una ofrenda al Partido Socialista para apaciguarlo ante la cercanía de una moción de censura?» Najat Vallaud-Belkacem, por su parte, niega cualquier favoritismo. «No es muy complicado descubrir que la vía que utilicé voluntariamente para el Tribunal es la del concurso», escribió en X, antes de añadir, visiblemente molesta: «Ensucien, ensucien, siempre quedará algo.» El primer presidente del Tribunal de Cuentas, Pierre Moscovici, salió en su defensa, recordando que «el procedimiento fue llevado a cabo por una comisión independiente» y anticipando cualquier crítica: «No soy su amigo, fui su colega», precisó. Mientras tanto, François Bayrou intenta avanzar con un plan de ahorro sin precedentes, a costa de medidas muy impopulares: eliminación de días festivos, congelación de prestaciones sociales y ahorros por un total de 43,8 mil millones de euros. Para evitar caer, el ejecutivo no tiene otra opción que negociar con los socialistas.