Mientras la CAN 2025 comienza en Marruecos, algunos aficionados siguen los partidos en cafés. Sin embargo, esta opción se ha convertido en una fuente de descontento, tras el aumento de precios en ciertos establecimientos. DR ‹ › Para miles de aficionados marroquíes que asisten a la CAN 2025 en su país, elegir un café no es un lujo, sino una necesidad para ver los partidos. Las entradas se agotan rápidamente y las lluvias dificultan el uso de espacios al aire libre para los seguidores. Sin embargo, para muchos, esta necesidad se ha convertido en una experiencia amarga debido a prácticas que han desatado la ira en las redes sociales. Desde el inicio del torneo el 21 de diciembre, videos y testimonios de clientes han revelado casos de consumo obligatorio y precios especiales en ciertos cafés durante la transmisión de los partidos de la selección nacional. Esto ha generado un intenso debate sobre los límites entre el lucro legítimo y la explotación de la pasión del público por el fútbol. En declaraciones a Yabiladi, el presidente de la Asociación Marroquí de Derechos de los Consumidores, Dr. Bouazza Kharrati, señaló que imponer una comida a un cliente constituye una venta condicionada, lo cual está prohibido por la ley 31.08 sobre protección al consumidor, salvo en ofertas presentadas como un paquete completo que respeten la libertad de elección. Muchos usuarios de redes sociales cuestionan la legalidad de que los dueños de cafés fijen los precios a su antojo. En este contexto, Bouazza Kharrati explicó que, efectivamente, los precios en Marruecos son generalmente libres, excepto para los artículos subsidiados o regulados. Agregó: «El propietario del café tiene la libertad de fijar sus precios, pero esto está condicionado a una publicidad clara y una transparencia total, conservando el consumidor el derecho de aceptar o rechazar». El poder del consumidor para cambiar las reglas del juego El representante de la asociación considera que es hora de que el consumidor recupere su poder de decisión. Según él, aceptar condiciones impuestas sin objeción equivale a renunciar a esos derechos. Si cada consumidor se abstuviera de frecuentar los establecimientos que aumentan los precios e imponen tarifas exorbitantes, estos se verían obligados a revisar sus políticas de precios. «El consumidor es el eslabón más débil de esta ecuación, pero tiene el poder de cambiarla. Si los ciudadanos se niegan a aceptar estas prácticas, los establecimientos en infracción se verían forzados a corregir su comportamiento». Kharrati reveló que las autoridades de la ciudad de Kenitra intervinieron después de que la asociación recibiera una queja documentada de un cliente sorprendido al encontrar un precio diferente al que aparecía en la lista de precios. Describió esto como «publicidad engañosa y fraude», punible bajo la Ley 31.08, que prevé sanciones claras, incluidas multas e incluso prisión en algunos casos para los infractores. Advirtió que la continuación de tales prácticas no solo perjudica los derechos de los consumidores, sino que también empaña la imagen de Marruecos como país anfitrión de uno de los eventos deportivos más grandes del continente.