Bajo el reinado de Hassan, hay un antes y un después de la Marcha Verde. Esta iniciativa histórica consolidó claramente su poder. No solo la oposición dejó de cuestionar la monarquía, sino que también aceptó participar en el juego democrático, abandonando la lucha armada. El 16 de octubre de 1975, Hassan II anunciaba en un discurso la organización de la Marcha Verde, una movilización clave para recuperar el Sahara, entonces bajo dominio español. Este evento marcó un hito en el reinado del fallecido monarca, poniendo fin a una era de contestación política contra la monarquía que se había manifestado en los años 60 y principios de los 70 a través de acciones armadas e intentos de golpes de Estado. A partir de ese momento, las protestas se limitaron a cuestiones sociales y fueron esporádicas y localizadas, como ocurrió en las revueltas de 1981, 1984 y 1990. Estos movimientos reivindicativos nunca lograron desestabilizar al régimen. La razón: carecían de la organización y del respaldo decidido de las formaciones opositoras. Tras la Marcha Verde, estas se comprometieron a jugar según las reglas democráticas, aunque bajo las condiciones impuestas por el poder. Bouabid y su grupo rompen con la línea del UNFP El discurso de la Marcha Verde fue precedido por un cambio significativo en la principal formación opositora. El 15 de septiembre de 1975, la facción de Rabat del UNFP (Unión Nacional de Fuerzas Populares, una escisión del Istiqlal en 1959) liderada por Abderrahim Bouabid rompió con la facción de Casablanca, dirigida por Abdallah Ibrahim, y lanzó el USFP. En el mes previo al discurso del 16 de octubre, Bouabid realizó giras por varios países del movimiento de los no alineados y en las Naciones Unidas para defender la causa de Marruecos sobre el Sahara. Además, el caso estaba siendo examinado por la Corte Internacional de Justicia. El Palacio necesitaba con urgencia figuras creíbles y con sólidos contactos internacionales para hacer oír su voz. Una apuesta que resultó exitosa. Este compromiso marcó la primera muestra de lealtad de los promotores del nuevo partido hacia la monarquía. Así, se distanciaron de la acción armada promovida por líderes del UNFP exiliados en Argelia, Libia y Francia con el objetivo de derrocar al régimen. El Istiqlal se reconcilia con Hassan II tras el desacuerdo sobre Mauritania El anuncio de la Marcha Verde también propició una reconciliación entre Hassan II y los líderes del Istiqlal. Las relaciones se habían deteriorado tras el reconocimiento del Estado de Mauritania por parte del Reino en septiembre de 1969, una decisión duramente criticada por el PI. Los seguidores de Allal El Fassi incluso la calificaron de «política de abandono nacional», lo que provocó numerosas censuras a los periódicos de la Balanza: Al Alam y L'Opinion. Superada la «pérdida» de Mauritania, el Istiqlal no pudo más que apoyar cualquier iniciativa destinada a recuperar el Sahara Occidental. El partido sigue reclamando hoy en día la retrocesión del Sahara Oriental controlado por Argelia, así como Ceuta, Melilla y las islas ocupadas por España. La Marcha Verde permitió a Marruecos retomar el juego democrático. El 12 de noviembre de 1976 se celebraron elecciones comunales. Ocho meses después, el 3 de junio de 1977, el país se enfrentó a elecciones legislativas. La oposición (Istiqlal y USFP) participó en ambas convocatorias.