El norte de África albergaba en otro tiempo su propio oso pardo, el oso del Atlas, que se cree que habitó en las montañas del Atlas en Marruecos hasta el siglo XIX. La única observación documentada de esta criatura data de 1841 cerca de Tetuán. Cuando se habla de los animales salvajes que alguna vez habitaron las majestuosas montañas del Atlas, es común pensar en leones, gatos salvajes o macacos bereberes. Sin embargo, raramente se menciona a los osos. ¿Osos en África? Aunque parezca increíble, la respuesta es afirmativa. En el pasado, el norte de África fue hogar de una población de osos pardos en las montañas del Atlas: el oso del Atlas, científicamente conocido como Ursus arctos crowtheri. Este singular espécimen habría sobrevivido en Marruecos hasta mediados del siglo XIX. Un oso avistado cerca de Tetuán La última observación, posiblemente la única completamente documentada, de un oso del Atlas se remonta a 1841, cerca de Tetuán. Un viajero llamado M. Crowther, en su camino hacia la India a través de Marruecos, habría encontrado el cadáver de una osa adulta. «En 1841, un tal M. Crowther... parece haber visto efectivamente un espécimen muerto, una hembra adulta», se puede leer en el libro «Great and small game of Africa: an account of the distribution, habits, and natural history of the sporting mammals, with personal hunting experiences». Según esta observación, el oso del Atlas se describía como «ligeramente más pequeño» que el oso negro americano, pero «más robusto». Su rostro era más corto y ancho, con garras excepcionalmente cortas pero poderosas. Crowther describió el pelaje como: «negro, o marrón negruzco, y áspero, de unos 4 o 5 pulgadas (1 pulgada equivale a 2,54 centímetros) de largo; pero en las partes inferiores de un color anaranjado rojizo. El hocico es negro». Informó que esta osa había sido cazada al pie de las montañas de Tetuán, a unos 25 millas (50 kilómetros) de la cadena montañosa del Rif. Ya en 1841, era considerada una especie muy rara en esta región, alimentándose de raíces, bellotas y frutas, según el mismo libro. Se cree que M. Crowther intentó conservar la piel de este oso del Atlas sin éxito. Luego continuó su viaje hacia la India. Este relato sirvió de base para la descripción científica de la especie. En 1844, el zoólogo suizo Heinrich Rudolf Schinz nombró oficialmente al oso del Atlas Ursus arctos crowtheri, clasificándolo como una subespecie del Ursus arctos, que también incluye a los osos pardos euroasiáticos y a los osos grizzly norteamericanos. Fósiles descubiertos en cuevas marroquíes La historia de Crowther fue corroborada por descubrimientos fósiles en las cuevas marroquíes, que prueban que osos pardos vivieron alguna vez en la región. Estos restos también ayudaron a los investigadores a precisar la fecha estimada de extinción, que habría ocurrido alrededor de la década de 1860. Un estudio reciente, titulado "Ancient DNA evidence for the loss of a highly divergent brown bear clade during historical times", analizó restos de la cueva de El Ksiba en Marruecos. Reveló que el oso del Atlas pertenecía a un linaje de osos pardos genéticamente distinto. Un espécimen fue datado por radiocarbono en 1600 BP, es decir, alrededor del año 350 d.C. Otro estudio basado en restos encontrados en la cueva de Ifri Oussaïd en el Medio Atlas proporcionó la primera evidencia isotópica de la dieta del oso del Atlas. Los investigadores descubrieron que era omnívoro, consumiendo una cantidad notable de proteínas animales, siendo menos herbívoro que algunos osos europeos del Holoceno. Las evidencias ambientales sugieren que vivía en paisajes húmedos y boscosos dominados por plantas. Las excavaciones en Ifri Oussaïd desenterraron 156 huesos de oso provenientes de al menos cinco individuos, confirmando que osos pardos vivieron en Marruecos mucho antes del Holoceno medio, hace unos 8000 años.