Unos meses antes de albergar eventos deportivos de gran envergadura, la opinión pública marroquí se vio sacudida por imágenes de vandalismo en el Complejo Mohammed V de Casablanca. Asientos rotos, baños destruidos y videos que provocaron una ola de indignación en las redes sociales, poniendo de nuevo en primer plano preguntas apremiantes que se hacen los marroquíes: ¿cómo explicar este caos en nuestros estadios? ¿Y estamos realmente preparados para eventos internacionales de gran magnitud? Unos días después de la reapertura del Complejo Mohamed V en Casablanca, tras una extensa renovación que implicó un presupuesto significativo, las redes sociales se llenaron de imágenes y videos impactantes mostrando actos de vandalismo que dañaron varias instalaciones del estadio, especialmente asientos y baños, tras el partido entre el Raja Athletic de Casablanca y el Hassania Agadir por el campeonato marroquí. Estos incidentes generaron gran indignación y plantearon serias preguntas sobre el comportamiento de las multitudes en los estadios marroquíes, en un momento en que Marruecos se prepara para acoger eventos deportivos de gran envergadura, tanto a nivel continental como internacional. En contacto con Yabiladi, el sociólogo Abdelrahim Bourkia, experto en sociología del deporte, sostiene que estos eventos no deberían empañar la imagen de Marruecos. Recuerda que la violencia y el vandalismo en los estadios no son exclusivos de un solo país, mencionando en particular los incidentes ocurridos en el Stade de France en París, dos años antes de que Francia acogiera los Juegos Olímpicos. «El Stade de France experimentó incidentes sin precedentes de robos y agresiones, y la prensa de la época criticó la incapacidad de las autoridades para mantener el orden. Sin embargo, Francia logró organizar una de las ediciones más exitosas de los Juegos Olímpicos, convirtiendo la prueba en una lección para subsanar las deficiencias.» Abdelrahim Bourkia Para Bourkia, el «riesgo cero» no existe. Lo esencial es estar bien preparado, adoptando medidas preventivas y proactivas para controlar los peligros potenciales. La violencia en los estadios: un fenómeno social complejo Bourkia insiste en que la violencia en los estadios no es un simple acto espontáneo, sino el resultado de diversos factores sociales, culturales y económicos. Este fenómeno va más allá del simple acto de vandalismo o disturbio, resultando de un conjunto de provocaciones y violencias simbólicas intercambiadas entre los aficionados, los gestores y las fuerzas de seguridad. Según él, esta violencia refleja en gran medida la vivida por la sociedad marroquí en su conjunto. En este contexto, Bourkia destaca la necesidad de un enfoque de seguridad global, complementado por una intervención social a largo plazo. La educación social, ya sea en el seno de la familia o en la escuela, juega un papel crucial en la formación de comportamientos. Por lo tanto, es imperativo fortalecer el papel de las instituciones educativas, culturales y de formación para ofrecer un entorno más positivo a los jóvenes, alejándolos así de la violencia o la desviación en los estadios. El sociólogo marroquí también se ha centrado en el mundo de los ultras, que describe como un «universo aparte», donde a veces prevalece una cultura de disturbios y violencia, no solo entre grupos rivales sino también hacia los símbolos de autoridad percibidos como obstáculos a su libertad. «Los ultras en Marruecos son un producto puramente social. Son individuos provenientes de entornos sociales específicos, y no se les puede culpar aisladamente sin considerar el marco familiar, escolar, de los centros juveniles y otras instituciones de socialización.» Abdelrahim Bourkia El académico también subraya que algunos disturbios pueden estar motivados por intereses personales o ser orquestados por partes que «explotan la tensión para obtener beneficios, como controlar la escena de los aficionados o sacar provecho de la violencia». La violencia en los estadios: un reflejo de una realidad social más amplia Bourkia afirma que la violencia en los estadios es el espejo de una violencia similar dentro de la sociedad. El adolescente o joven que se involucra en esta violencia es, en realidad, el producto de políticas públicas y métodos familiares y educativos que carecen de elementos para guiar a la juventud. Explica que los jóvenes marginados y sin perspectivas «son susceptibles de unirse a grupos que les ofrecen una alternativa simbólica a la falta de reconocimiento social». En cuanto a las soluciones, Bourkia aboga por un enfoque de seguridad intenso e inmediato, no negociable, acompañado de un enfoque social más profundo. Insiste en la importancia de trabajar con los niños, adolescentes y jóvenes para inculcarles valores de competencia leal y apertura, «para que no vean a aquellos que son diferentes como una amenaza, sino simplemente como competidores deportivos».