A principios de la década de 1970, mientras la salud del general Franco se deterioraba, España enfrentaba una creciente presión para poner fin a su dominio colonial sobre el Sáhara. Un documento desclasificado de la CIA revela que Marruecos, bajo la dirección del rey Hassan II, intensificó sus esfuerzos diplomáticos y militares para contrarrestar cualquier plan español de autonomía para la región, llegando incluso a movilizar sus fuerzas armadas. A principios de la década de 1970, los indicios del inminente fin de la dominación colonial española sobre el Sahara se multiplicaban. La enfermedad del general Franco, su avanzada edad, y el asesinato de su mano derecha, Luis Carrero Blanco, por el grupo vasco ETA el 20 de diciembre de 1973, aceleraron este proceso. En ese contexto, Madrid buscaba una solución que satisficiera a Marruecos, Mauritania y Argelia. Un documento desclasificado de la CIA del 6 de septiembre de 1974 advertía que la retirada española podría desencadenar una mayor inestabilidad, e incluso un conflicto armado. El documento señala que el rey Hassan II estaba convencido de que España no quería seguir siendo la última potencia colonial en África. Al enterarse en julio de 1974 de que Madrid consideraba otorgar más autonomía a su territorio, reaccionó enérgicamente enviando un mensaje a Franco, advirtiendo que eso dañaría las relaciones bilaterales. En un discurso, Hassan II afirmó que no podía tolerar el establecimiento de un Estado independiente en el Sahara, sugiriendo que, si las discusiones fracasaban, se considerarían otras opciones. Marruecos entonces lanzó una intensa campaña diplomática para disuadir a España de conceder más autonomía al Sahara. Según el documento, Marruecos también utilizó la amenaza militar como herramienta de presión en la disputa. Desde finales de julio, Rabat había puesto a sus fuerzas en alerta, cancelado permisos y movilizado a algunos reservistas, desplegando cerca de un cuarto de sus tropas terrestres en el sur del país. Se enviaron fuerzas adicionales cerca de los enclaves de Ceuta y Melilla, aunque estas ciudades no estaban directamente involucradas en el debate, para recordar a Madrid que seguían siendo vulnerables. Una conferencia para preparar la retirada española Ante esta situación, España propuso una conferencia internacional con Marruecos, Argelia y Mauritania para discutir el futuro del Sahara español, como revela otro documento desclasificado del 6 de junio de 1975. Marruecos se oponía a la participación de Argelia en las negociaciones, pero el documento sugiere que Marruecos buscaba evitar una retirada española precipitada. Un funcionario español declaró que si la conferencia fracasaba, España habría hecho un esfuerzo sincero por encontrar una solución. Este mismo funcionario afirmó que España estaba dispuesta a considerar cualquier solución, incluida la anexión o la partición, sin comprometerse a establecer un Estado independiente o a ceder la soberanía a una entidad saharaui particular. Marruecos y Mauritania temían una retirada rápida de España sin un arreglo político, mientras que Argelia deseaba una retirada que dejara un gobierno pro-independentista en su lugar. Mauritania, aunque aceptaba a Argelia como parte interesada, la consideraba secundaria ya que no tenía reivindicaciones territoriales. Sostenía que la partición era el compromiso más viable. Para defender sus derechos en la región y contrarrestar las maniobras argelinas y españolas, Marruecos acudió a la ONU el 23 de septiembre de 1974, solicitando un dictamen consultivo a la Corte Internacional de Justicia. El 16 de octubre de 1975, la Corte reconoció vínculos de lealtad entre las tribus saharauis y el Rey de Marruecos, al tiempo que confirmaba el derecho de los habitantes a la autodeterminación.