Un documento de los servicios de inteligencia estadounidenses de principios de los años 1970 mencionaba el papel crucial que desempeñaban los recursos naturales, en particular los fosfatos, en el conflicto en torno al Sáhara Occidental. El documento destacaba las complejas interacciones geopolíticas que acompañaban la escalada del conflicto regional de la época entre Marruecos y España. Un informe publicado por la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos en septiembre de 1970 destaca la relevancia estratégica del «Sáhara español», especialmente por sus recursos de fosfatos. Desclasificado en octubre de 2011, este documento enfatiza que «el futuro político y económico del Sáhara español depende de la explotación de sus recursos minerales en fosfatos». El informe revela que el fosfato trasciende su condición de recurso natural, convirtiéndose en un eje central en las disputas de poder entre las potencias coloniales y regionales sobre el destino de la región. A pesar del proceso de descolonización en África, España optó por mantener el control del Sáhara, impulsada por el descubrimiento de vastas reservas de fosfato en Bou Craa. Según el documento, «sin estos yacimientos, España podría haber renunciado al control de la región, como lo hizo con muchas de sus otras posesiones en el norte de África». Al mismo tiempo, «Marruecos ve la explotación del fosfato sahariano español como una fuente crucial de divisas extranjeras si logra controlar la región, y como una amenaza para su importante industria del fosfato si España mantiene su control». Apoyo argelino a Marruecos El informe subraya el éxito de Marruecos en la construcción de un frente regional para respaldar su reivindicación sobre el Sáhara, mejorando sus relaciones con Argelia y Mauritania en esa época. Esto refleja la diplomacia marroquí orientada a aislar políticamente a España y presionarla para ceder el territorio. En ese contexto, España buscaba por todos los medios mantener su soberanía sobre el Sáhara. En 1958, tras las incursiones de fuerzas marroquíes irregulares, Madrid declaró la región como una provincia española. A principios de los años 60, España explotó las reclamaciones territoriales de Marruecos sobre Mauritania y el Sáhara oriental, alentando a Mauritania a reclamar el Sáhara e incitando a Argelia a involucrarse en el futuro de la región. No obstante, al aceptar abandonar sus reclamaciones fronterizas contra Argelia y reconocer la soberanía de Mauritania, Marruecos consiguió formar un frente unido contra España. El documento destaca que una serie de discusiones de alto nivel durante el primer semestre de 1970 culminaron en declaraciones conjuntas de los líderes norteafricanos llamando a la descolonización. Riqueza natural pero ausencia de petróleo A finales de los años 50 y a lo largo de los años 60, los españoles esperaban encontrar importantes yacimientos de petróleo en la región y otorgaron concesiones a varias empresas extranjeras para realizar exploraciones, pero sin éxito. El documento confirma que a mediados de 1969, la posibilidad de descubrir petróleo en tierra fue descartada, aunque las exploraciones en el mar continuaban. Sin embargo, la agencia estadounidense confirmó la presencia de grandes yacimientos de hierro que contenían titanio, aunque difíciles de explotar en esa época. La mayor riqueza mineral del Sáhara español residía en los vastos yacimientos de roca fosfórica de alta calidad descubiertos en Bou Craa en 1963. Las reservas se estimaban entre 1.400 millones y 1.700 millones de toneladas, una cantidad muy inferior a los 44.000 millones de toneladas de Marruecos, pero suficiente para posicionar al Sáhara español entre los principales productores mundiales durante muchos años. Inversiones masivas El documento subraya las inversiones colosales de España en el proyecto Fosbucraa, incluyendo el desarrollo del puerto, la construcción de cintas transportadoras y el establecimiento de plantas de procesamiento. Madrid no consideraba el Sáhara simplemente como una colonia, sino como una futura fuente de riqueza nacional. España creó la empresa minera pública Fosbucraa para desarrollar estos yacimientos. A mediados de 1970, la empresa había invertido más de 192 millones de dólares para proporcionar instalaciones de extracción, procesamiento y transporte. Las instalaciones y métodos utilizados para el procesamiento del mineral de fosfato eran de los más modernos del mundo. El complejo minero debía estar operativo para mediados de 1971, con una capacidad de producción de 3,3 millones de toneladas el primer año, posicionando al Sáhara español en el cuarto o quinto lugar mundial. Para 1975, la producción debía alcanzar 10 millones de toneladas anualmente, casi a la par con la producción marroquí de 1969. En 1971, la primera planta con una capacidad de procesamiento de 1.000 toneladas de mineral por hora debía comenzar sus operaciones. Cerca de Laâyoune, un dique y un muelle para la carga del mineral estaban en proceso de finalización. Se implementó un sistema de cintas transportadoras completamente automatizado para transportar los concentrados entre Bou Craa y Laâyoune. Este sistema, construido por Krupp Machinery and Steel Construction en Alemania Occidental por aproximadamente 50 millones de dólares, incluía 10 cintas transportadoras a lo largo de unos 96 km. Al completarse, permitía un flujo constante de mineral. En resumen, el documento ilustra cómo el descubrimiento del fosfato se convirtió en un factor geopolítico importante, empujando a España a conservar el Sáhara y motivando a Marruecos a intensificar sus reivindicaciones territoriales.