Imaginando en el siglo XII una Tierra redonda, Charif Al-Idrissi se convirtió en un erudito adelantado a su tiempo. Dedicó su tiempo a dibujar el mundo, trazando así los contornos de la cartografía moderna que se desarrolló gracias a su legado. Sus descripciones fueron compiladas en obras que se convirtieron en referencias en geografía. La obra cartográfica de Charif Al-Idrissi no fue la primera en la historia de la humanidad, pero sí marcó un hito en la evolución de la geografía y la cartografía árabo-musulmana, dejando una huella duradera en el mundo. Sus primeros momentos de gloria se remontan a cuatro siglos antes de la aparición de este erudito, nacido en Ceuta en 1100, influenciado por las tradiciones de la India, Grecia y Persia. Todo comenzó en el Bagdad del siglo IX, bajo el dominio de los abasíes (750 - 1258). El mapa del mundo se convirtió en un primer género geográfico conocido como «surat al-ard» o la cartografía de la Tierra. Fue el matemático Juarismi quien elaboró un primer mapamundi en árabe, imaginando el espacio habitado e inspirándose en las obras del geógrafo alejandrino Ptolomeo. Sin embargo, este género sufrió un declive a partir del siglo X con la aparición de la Nueva Geografía, denominada por los investigadores árabes y musulmanes como «al masalik wa l-mamalik», es decir, «las rutas y los reinos», centrada en las áreas gobernadas por dinastías árabes. «El resto del mundo, aunque aparece en el panorama general, solo se considera como un margen del Dar al-Islam (el dominio del Islam)», escribe la especialista en historia medieval Emmanuelle Tixier Du Mesnil en la revista L'Histoire (n.º 384, febrero de 2013). En ese tiempo, figuras clave de esta Nueva Geografía, como el turco Ibn Hawqal, democratizaron el viaje como parte esencial de la búsqueda y desarrollo del conocimiento. Este ritual les permitió acceder a una documentación más amplia, ofreciendo además la posibilidad de describir con precisión paisajes lejanos, poblaciones diversas y hechos históricos. Estas prácticas de investigación en geografía se trasladaron de Oriente a Al-Ándalus, el norte de África y Sicilia, donde la rica herencia árabo-musulmana perduró incluso tras la conquista normanda. Desde el siglo XI, la isla italiana se convirtió en un imán para los geógrafos que allí escribieron sus obras. Al-Idrissi encontró en Sicilia un lugar natural para su trabajo. Biopic #6: Charif Al-Idrissi, el marroquí que dibujó el primer mapa del mundo Un enfoque basado en la documentación y los testimonios vivos Descendiente de príncipes andaluces, Charif Al-Idrissi dedicó su vida al conocimiento y al viaje. Recorrió varios países, entre ellos Egipto, el Hejaz, Francia, Inglaterra y Asia Menor, para finalmente establecerse en Córdoba. Sin embargo, tras la caída de la ciudad, decidió trasladarse a Sicilia en 1139, invitado por el rey Roger II (1130 - 1154), un apasionado de las ciencias. El monarca siciliano le solicitó «crear algo que pudiera representar el mundo en imágenes», según relata Al-Wāfī bi'l-wafayāt de Salah al-Dīn al-Ṣafadī. El erudito se instaló en Palermo, donde concibió su obra maestra, la Tabula Rogeriana (El libro de Roger) en 1154, tras quince años de meticulosa documentación y tres años de redacción. El libro tomó la forma de una enciclopedia descriptiva ilustrada con mapas, destacándose por su extraordinaria precisión sobre las rutas del mundo, las actividades, así como las producciones intelectuales, industriales y comerciales.