En 1943, un banco británico en Tánger detectó monedas falsificadas como parte de una operación a gran escala destinada a falsificar la moneda británica. En plena Segunda Guerra Mundial, estos actos eran el resultado de una operación nazi contra la economía británica. Durante la segunda mitad de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), Tánger se transformó en un epicentro del espionaje a gran escala. Su estatus como zona internacional facilitaba el libre movimiento comercial, lo que rápidamente convirtió a la ciudad en un conocido centro de contrabando y un punto estratégico para las operaciones de espionaje en el norte de África. En este contexto, los británicos lograron desbaratar una de las operaciones más audaces de la Alemania nazi contra su sistema económico: la operación Bernhard. «En Tánger, se logró descubrir y detener la falsificación masiva de la libra esterlina», afirma Alfred A. Cohen en su obra «Galula: The Life and Writings of the French Officer who Defined the Art of Counterinsurgency» (ABC-CLIO, 2012). Los principios de la operación Bernhard Desde 1940, los alemanes comenzaron a replicar el papel especial utilizado por los británicos para fabricar una moneda idéntica a la libra esterlina. El proyecto se puso en marcha en 1942 bajo la dirección del Sturmbannführer SS Bernhard Krüger, quien reunió a un equipo de 142 falsificadores. El proceso consistía primero en grabar las planchas necesarias para reproducir el diseño del billete a falsificar. Luego, se debía fabricar el papel con filigrana y descifrar un código para generar números de serie originales. Este complejo procedimiento dio como resultado billetes falsificados tan bien logrados que era casi imposible distinguirlos de los auténticos. El descubrimiento en Tánger Antes de este hallazgo, el Banco de Inglaterra ya conocía la operación alemana, pero no había logrado detenerla. «Desde 1939, los dirigentes del Banco de Inglaterra se enteraron del plan alemán a través de uno de sus espías», según Knowledgenuts. En 1943, un banco británico en Tánger identificó por primera vez los billetes falsificados de manera casi perfecta. Detrás de esta revelación, un empleado del banco detectó un duplicado en sus registros al comparar los números de serie de dos billetes distintos. «Una de las notas había sido registrada como pagada», describe la Biblioteca Virtual Judía (Jewish Virtual Library), añadiendo que «la operación de falsificación también había apuntado al dólar estadounidense, produciendo muestras de un lado de billetes de 100 dólares». Una continuidad en la falsificación Seguir esta pista permitió descubrir lo que se describió como el hallazgo «más peligroso y nunca antes visto». Sin embargo, esto no detuvo a los hombres de Adolf Hitler, decididos a inundar el mercado británico con moneda falsa. Tras las revelaciones, los alemanes lograron desarrollar un dispositivo más eficaz para duplicar las filigranas y descifrar mejor el código secreto de los números de serie en los billetes. Aunque la operación fue expuesta públicamente, la producción de billetes falsos continuó por algunos años. En abril de 1945, poco antes del fin de la Segunda Guerra Mundial, la oficina principal de seguridad del III Reich ordenó detener la producción de billetes falsos y desmantelar la imprenta Sachsenhausen que los producía. A pesar de que los británicos lograron sacar a la luz las operaciones alemanas, el dinero falsificado siguió circulando. El Banco de Inglaterra decidió entonces dejar de emitir nuevos billetes y, tras la guerra, introdujo un nuevo formato de billetes. A pesar de las difíciles condiciones y la complejidad del proceso, la imprenta Sachsenhausen operó durante al menos cinco años, logrando poner en circulación 8,965,080 billetes, equivalentes a 134,610,810 libras esterlinas.