En contra de la creencia popular de que los gatos domésticos europeos llegaron desde el Levante hace 6,000 años, un estudio reciente revela que su domesticación se habría extendido desde el norte de África hace apenas 2,000 años. Estas conclusiones se basan en el análisis de ADN nuclear antiguo, que ha permitido construir una genealogía mediante «una aproximación progresiva». «El gato salvaje africano, atraído por los roedores que infestaban las reservas de granos, se asentó cerca de los primeros asentamientos humanos, donde encontraba alimento y protección. Los humanos, por su parte, pronto comprendieron el beneficio de tener cerca a un depredador de plagas», explican los autores de este estudio, publicado en la prestigiosa revista Science. Aunque los restos óseos no han permitido diferenciar entre un gato domesticado y uno salvaje, el ADN mitocondrial y nuclear antiguo ha proporcionado evidencia clara, respondiendo a una genealogía que durante mucho tiempo permaneció sin respuesta. Las comparaciones muestran una mayor similitud con los gatos salvajes del norte de África que con los del Levante, lo que ayuda a definir «la base genética del gato doméstico europeo moderno». Para realizar el estudio, se analizaron los genomas de 17 gatos actuales de Italia, Bulgaria, Túnez y Marruecos, así como los de 70 gatos que vivieron entre hace 11,000 y 200 años, extraídos de sitios arqueológicos de Europa y Oriente Medio. Se concluye que los gatos domésticos (Felis catus) se asemejan más al gato salvaje de África (Felis lybica lybica), que aún habita en su región de origen.