Gracias a su política de libre comercio, Marruecos se ha convertido indiscutiblemente en el puente económico entre Europa y África. Si bien los resultados de esta orientación se reflejan claramente en la industria, los contrastes que revelan en el sector agrícola plantean interrogantes sobre la geografía de estos beneficios a nivel local. En un artículo analítico sobre la dinámica de los acuerdos de libre comercio (ALC) entre Marruecos y sus principales socios económicos regionales, la Fundación Friedrich Naumann ha evaluado recientemente el impacto local de esta estrategia económica en sectores clave. Con más de 54 tratados que abarcan Europa, África y América, este marco se ha convertido en un motor directo para la inversión extranjera y la modernización industrial en el reino. No obstante, esta apertura ha resultado ser un arma de doble filo, según la fundación. Aunque ha impulsado la prosperidad de las zonas industriales urbanas, el desarrollo económico ha sido menos beneficioso para las áreas rurales. Desde que Marruecos inició su camino hacia la zona de libre comercio, a través del acuerdo de asociación con la Unión Europea en 2000, el impacto comercial se ha consolidado. Un éxito para el comercio industrial En cifras, la participación del comercio en el PIB aumentó de aproximadamente 59% en 2000 a casi 79% en 2019, según la Oficina de Cambios. Además, el reino se ha consolidado como un polo automotriz estratégico, con la planta Renault-Nissan en Tánger como símbolo de esta apertura de mercado, indica la Fundación. Desde su inauguración en 2012, la planta produce ahora 400,000 vehículos al año, elevando las exportaciones automotrices de 300 millones de dólares a 14.2 mil millones de dólares. Con una zona económica de gran envergadura como la de Tánger-Med, la industria emplea actualmente a 220,000 trabajadores y genera el 22% de las exportaciones, según la misma fuente. Esta apertura también ha beneficiado al sector agroalimentario, en particular los cítricos y frutos rojos en Souss-Massa, así como en Larache y Kénitra. Sin embargo, en términos de distribución geográfica, el éxito económico de los ALC evidencia contrastes entre estos grandes polos y los territorios interiores. «Por un lado, los gigantes agroalimentarios dominan gran parte de las exportaciones. Por otro, los pequeños agricultores como Lalla Fadma (que representan el 80% de la mano de obra agrícola marroquí) están marginados», observa la Fundación, subrayando que «la brecha dentro del propio sector agrícola se está ampliando». De hecho, este crecimiento económico se concentra principalmente en las zonas costeras. A pesar del aumento de las exportaciones agrícolas, esta dinámica está impulsada principalmente por los grandes grupos agroindustriales, situados en zonas irrigadas de Souss-Massa y Dakhla-Oued Eddahab. «Sin embargo, para los 1.4 millones de pequeños agricultores marroquíes, muchos de ellos ubicados en regiones aisladas, montañosas o semiáridas como Béni Mellal-Jenifra o Azilal, permanecen excluidos de estos circuitos de exportación debido a la falta de infraestructura necesaria», señala el artículo. En Casablanca, el SG de la ZLECAf expone las claves para un comercio intraafricano fuerte Un comercio inclusivo para un mejor impacto territorial Estas exclusiones estructurales plantean interrogantes sobre cómo mejorar las capacidades locales para acompañar la orientación de Marruecos hacia los ALC en su comercio exterior. En otras palabras, son sintomáticas de «la ausencia de políticas nacionales inclusivas para acompañarlas», lo que ha «profundizado las disparidades regionales en lugar de cerrarlas». Por ejemplo, el artículo señala que tres cuartas partes de las explotaciones agrícolas marroquíes tienen una superficie inferior a 5 hectáreas, «lo que hace que las economías de escala sean prácticamente imposibles». En este sentido, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) recuerda que «solo el 12% de los pequeños agricultores tienen acceso al transporte refrigerado, lo que provoca pérdidas postcosecha de hasta el 30%». La concentración geográfica de las ventajas comerciales revela la importancia de las infraestructuras conexas, como los corredores logísticos y la financiación de las exportaciones. Según la fundación, estos factores juegan un papel crucial «en la determinación de los beneficiarios de los acuerdos de libre comercio», dado que solo el 37% de las empresas marroquíes elegibles para los ALC los implementan, «principalmente debido a la complejidad burocrática y logística». Para cerrar las brechas, el artículo recomienda, en particular, «simplificar y centralizar la gobernanza comercial haciéndola más accesible». En lugar de sistematizar los programas de subsidios, aboga por «una ayuda y un apoyo dirigidos a los pequeños agricultores».