Tras el fracaso del intento de golpe de Estado del general Oufkir, Hassan II comenzó a desconfiar de los estadounidenses al punto de que los agentes de la CIA en Marruecos desconocían por completo el proyecto de la Marcha Verde. Un documento del Departamento de Estado indicaba que Henry Kissinger estaba seguro de que el rey preparaba un ataque contra el Sahara, entonces bajo ocupación española. Creyendo tener una «primicia», lo compartió con el ministro español de Asuntos Exteriores... En un artículo anterior, informamos sobre las revelaciones de un cable de la CIA que sugería que el rey Hassan II había preparado meticulosamente a sus «aliados» estadounidenses en relación con su proyecto de la Marcha Verde. Otro documento confidencial del Departamento de Estado resume una conversación del 4 de octubre de 1975 en Washington entre Henry Kissinger, entonces Consejero de Seguridad Nacional, y el ministro español de Asuntos Exteriores, Pedro Cortina. Kissinger comenzó por «revelar» a su interlocutor «informaciones» sobre la preparación de Marruecos para un ataque armado contra el Sahara. Mostrándose seguro de sus fuentes, Kissinger precisó que habían exhortado al «rey de Marruecos a no emprender ninguna acción (...)». El soberano habría sido «advertido» contra tal acción y se le invitó a «negociar». Cortina respondió afirmando que su país está «listo» para el diálogo. Sin embargo, quiso subrayar la importancia de mantener la forma del referéndum de autodeterminación con garantías para negociar y satisfacer a todas las partes. La autodeterminación no significa necesariamente independencia, pero es una opción que debe considerarse para dar credibilidad al proceso. El ministro español reprocha a los estadounidenses haber suministrado armas a Marruecos El jefe de la diplomacia española dejó que su interlocutor mostrara sus cartas primero, para luego sacar las suyas, «revelando» que Marruecos también planeaba atacar a Argelia. «Ellos (los marroquíes) no están tan locos», se sorprendió Kissinger. Aprovechando la ventaja, Cortina pasó a la ofensiva, reprochando sutilmente a Estados Unidos haber proporcionado armas al reino. Además, mencionó que la Unión Soviética también armaba a Hassan II. «No les hemos dado muchas armas, alrededor de 20 millones de dólares», se defendió Kissinger. Pedro Cortina dudaba de la capacidad de Washington para persuadir a Hassan II de congelar sus «proyectos de ataques contra el Sahara y Argelia». «No voy a prever eso, pero espero que no ocurra nada. Sería muy desafortunado.» Continuó revelando que, según sus «informaciones», el rey se había vuelto recientemente nervioso porque quería resolver este problema exclusivamente con sus propios recursos diplomáticos y sin la cooperación de los partidos políticos o el ejército. Una afirmación que resultaría falsa si se cree en la gira realizada por Abderrahim Bouabid en septiembre de 1975, por orden de Hassan II, en algunos países del Movimiento de los No Alineados y en las Naciones Unidas, donde defendió la marroquinidad del Sahara. Henry Kissinger concluyó la conversación halagando a España y su fuerza militar: «Si tiene que negociar con ustedes, será afortunado de mantener a Marruecos.» Durante los años 1970, las relaciones entre Estados Unidos y Marruecos se deterioraron. Washington se negó a proporcionar armas a Marruecos para la guerra en el Sahara. ¿Era esto una carta para presionar a Hassan II tras el fracaso del intento de golpe de Estado del general Oufkir en 1972?