¿Es posible extender los espectaculares éxitos de la estrategia de desarrollo del fútbol marroquí a otros sectores de la economía nacional? Una columna propuesta por Hassan Bousetta, Profesor asociado en la Universidad de Lieja, investigador del FNRS, e Hicham Jamid, Doctor en sociología, investigador postdoctoral en la Universidad de Neuchâtel. ¿Es posible replicar los espectaculares logros de la estrategia de desarrollo del fútbol marroquí en otros sectores de la economía nacional? Tras las hazañas de la selección marroquí en el Mundial de Qatar 2022 y la victoria de Marruecos en la Copa Mundial Sub-20 de 2025 en Chile, esta pregunta merece ser planteada. De hecho, ha avivado el debate tanto en los medios de comunicación como en los círculos de toma de decisiones, reflejando una intuición colectiva: si Marruecos ha logrado construir un éxito deportivo notable, ¿por qué no podría hacer lo mismo en el ámbito económico y social? Sin embargo, detrás de esta aparente obviedad, la respuesta no es tan sencilla. Marruecos ha demostrado, a través del fútbol, que un país puede cambiar de escala cuando cuenta con una visión clara, una continuidad estratégica y unas infraestructuras adecuadas a sus ambiciones. La modernidad del Complejo Mohammed VI es un ejemplo de este éxito: más que un simple centro de entrenamiento, es un auténtico modelo de formación caracterizado por la planificación, estabilidad, coherencia y eficacia de sus actores y formadores. Por tanto, la pregunta es legítima: si hemos sido capaces de construir un ecosistema eficiente en el deporte, ¿por qué no aplicar este método a otros ámbitos estratégicos, comenzando por el desarrollo de la economía nacional? Es aquí donde cobra sentido la noción de clústeres sectoriales adaptados al concepto de polos de competitividad territoriales. En numerosos países como Bélgica, Francia, Estados Unidos, Canadá, Japón y Corea del Sur, estos polos han producido excelentes resultados. Constituyen ecosistemas que reúnen en un mismo territorio a empresas, universidades, centros de investigación y actores públicos con el fin de transformar la innovación en valor económico. Permiten pasar de la yuxtaposición de iniciativas individuales a una dinámica organizada y territorializada. En Marruecos, esta reflexión ya existe, especialmente en el Nuevo Modelo de Desarrollo, pero aún falta el eslabón institucional que traduzca la intención en ingeniería operativa y la ingeniería en capacidad de resultados. El papel de la diáspora La diáspora marroquí puede desempeñar un papel central en este escenario. Durante décadas, se ha mencionado como un recurso estratégico, pero sin una verdadera estructura de aterrizaje económico. Crear un Polo de competitividad «Marruecos Global», vinculado a polos territoriales sectoriales dinámicos, permitiría convertirla en un actor plenamente integrado en el auge industrial del país. No se trataría de un simple símbolo, sino de una infraestructura permanente donde las competencias, redes, capitales e innovaciones de los marroquíes del mundo se transformen en proyectos industrializables, y no solo en contribuciones puntuales o proyectos afectivos. Para tener éxito, estos polos requieren una visión sostenible, una gobernanza compartida entre instituciones públicas, actores económicos y la diáspora, así como una estrecha articulación con la investigación y la formación, y entre la innovación y el emprendimiento. Se inscribirían en la continuidad del modelo futbolístico: misma lógica de ecosistema, misma exigencia de profesionalización, misma voluntad de inscribir la excelencia en el tiempo. En otras palabras, hacer por la innovación y la economía lo que Marruecos ha sabido hacer por el fútbol: combinar ambición nacional y eficacia operativa. El éxito futbolístico ha abierto una trayectoria de confianza y responsabilidad. La implementación de una estrategia de polos de competitividad puede, a su vez, abrir una trayectoria de desarrollo productivo que maximice el impacto de la diáspora. Marruecos tiene hoy la oportunidad de transformar el impulso simbólico en fuerza económica. El desafío es pasar de la dispersión de talentos a un rendimiento estructurado, del sentimiento de pertenencia a la contribución estratégica, del Marruecos soñado al Marruecos productivo. Si hemos sido capaces de construir un campeón continental en el ámbito deportivo, probablemente también podamos construir campeones económicos en la escena mundial.