Sudáfrica fue sede de una nueva edición de la cumbre del G20 los días 22 y 23 de noviembre, la cual culminó con la adopción de una Declaración final. Sin embargo, el gobierno del presidente Cyril Ramaphosa no logró incluir en el documento un apoyo explícito a las posiciones del Polisario, ni utilizar términos habitualmente asociados a este movimiento, como «referéndum de autodeterminación». Esto contrasta con los logros obtenidos durante la cumbre de los BRICS en agosto de 2023 en Johannesburgo. En aquella ocasión, el comunicado subrayaba «la necesidad de alcanzar una solución política duradera y mutuamente aceptable a la cuestión del Sahara Occidental, de acuerdo con las resoluciones pertinentes del Consejo de Seguridad de la ONU y en ejecución del mandato de la Misión de las Naciones Unidas para la organización de un referéndum en el Sahara Occidental (MINURSO)». Además, Pretoria invitó a Brahim Ghali a dirigirse a los miembros del bloque económico. Por el contrario, la Declaración final de la cumbre del G20 publicada el domingo se centra en otras prioridades políticas, como «el establecimiento de una paz justa, global y duradera en Sudán, en la República Democrática del Congo, en el Territorio Palestino Ocupado y en Ucrania, así como la necesidad de poner fin a otros conflictos y guerras en todo el mundo». El texto enfatiza que «solo la paz nos permitirá alcanzar la sostenibilidad y la prosperidad». Este revés evidencia las dificultades de Sudáfrica en el contexto de la cumbre del G20. Desde un principio, el país, aliado del Polisario, no logró incluir al movimiento separatista en la lista de sus invitados.