En octubre de 1988, una escisión dentro del Frente Polisario marcó un punto de inflexión en la historia del movimiento. Los acontecimientos se aceleraron cuando, en Tinduf, manifestantes enarbolaron la bandera marroquí, en un contexto de descontento social. El ejército del Polisario reaccionó con violencia, llegando incluso a ordenar la detención de sus principales figuras independentistas. Yabiladi reconstruye estos eventos, tal como fueron vividos y relatados por antiguos líderes del Frente. Hasta la década de 1980, el Polisario solía aprovechar la celebración de sus congresos para fortalecer su influencia mediante el cabildeo con los notables saharauis. El dominio político en los campamentos de Tinduf dependía directamente de estas alianzas con los jefes tribales del sur. En este contexto, las voces disidentes nunca tuvieron cabida. Esta situación se mantuvo hasta 1988. Durante ese año, en su congreso, el Frente Polisario no logró contar con el apoyo de importantes líderes tribales, quienes hasta entonces habían sido aliados esenciales. Muchos de estos líderes expresaron su descontento por la exclusión económica, que hacía que el ambiente social en Tinduf fuera cada vez más opresivo. La ira se extendió entre las poblaciones de los campamentos. Por primera vez, algunos manifestantes izaron la bandera marroquí. La respuesta fue una violenta intervención del ejército del Polisario, con disparos y decenas de arrestos de los líderes de la insurrección. Antes del levantamiento Estamos en 1988. Chadli Bendjedid (1979-1992) es el presidente de Argelia, un país que atraviesa una crisis económica y social sin precedentes. La vida se ha vuelto costosa para todas las clases sociales, con los índices de desempleo y pobreza en su punto más alto. El 5 de octubre de 1988, los argelinos toman las calles para manifestar su descontento con las políticas públicas que han llevado al país a un callejón sin salida. Las protestas, iniciadas en Argel, rápidamente se extienden a otras regiones. Los ciudadanos atacan símbolos del Estado, centrando su ira principalmente en edificios gubernamentales y de seguridad. Dos días después, el presidente Bendjedid decreta un toque de queda nocturno en la región de Argel. El ejército se despliega en las calles de la capital, pero las protestas no cesan. Se producen enfrentamientos violentos entre manifestantes y fuerzas del orden. Según cifras oficiales, 120 personas perdieron la vida (500 según activistas) y se registraron 15,000 arrestos. A nivel internacional, el bloque del Este presiente sus últimos días. Los primeros signos de desunión se manifiestan en la URSS, con un resurgimiento de las demandas autonomistas. Las regiones anexadas por los soviéticos desde 1944 reclaman sus propios Estados. En Alemania, la caída del Muro de Berlín es solo cuestión de tiempo. Argelia y el Polisario, queriendo mantenerse unidos en torno al bloque socialista, observan estos cambios con aprensión. Al mismo tiempo, la Unión Europea experimenta un nuevo impulso y los actos fundacionales de la Unión del Magreb toman forma. En este nuevo orden mundial, el Polisario busca un lugar, corriendo el riesgo de quedar al margen. Mientras Argelia lidia con sus crisis internas, las disputas entre los líderes del Polisario se convierten en un secreto a voces. El espectro de las divisiones planea sobre cada reunión. En las asambleas, el buró político y la comisión ejecutiva del movimiento ya no ocultan estas tensiones. Banderas marroquíes en Tinduf Las fricciones dentro del Polisario impactan negativamente la vida política en Tinduf. Mahjoub Salek, antiguo miembro fundador del Polisario y actual coordinador general de Khat Echahid, declaró a Yabiladi que «la dimisión de diez miembros del buró ejecutivo, de ministros, de cuadros militares y civiles» fue el detonante directo del levantamiento de 1988. Todas estas personas fueron encarceladas, torturadas o puestas bajo arresto domiciliario. «Así, guiada por mujeres, la población de los campamentos de Tinduf se levantó por primera vez contra sus líderes.» Mustapha Salma Ould Sidi Mouloud, antiguo inspector general de la policía del Frente Polisario, fue desterrado a Mauritania en 2010 tras expresar su apoyo a la iniciativa de autonomía para el Sáhara propuesta por Marruecos a la ONU en 2007. Pero antes de eso, el exlíder separatista vivió el tumultuoso periodo de 1988. Contactado por nosotros, considera que el movimiento estaba exclusivamente gestionado por una comisión ejecutiva compuesta por nueve miembros que representaban a las tribus saharauis.