Los marroquíes conmemoran este 16 de mayo el aniversario de los atentados que golpearon Casablanca en 2003. Aquel día, alrededor de cuarenta víctimas perdieron la vida y un centenar más resultaron heridas en una serie de explosiones que afectaron varios barrios del centro neurálgico de la capital económica. Historia de una pesadilla que todavía persigue a algunos marroquíes. El 16 de mayo, los habitantes de Casablanca, junto con todos los marroquíes, recuerdan el doloroso aniversario de los atentados terroristas de 2003. Ese día, permanece fresco en la memoria de los casablanqueses, como si hubiera ocurrido apenas el mes pasado. Las primeras explosiones llevaron la noticia del terror que había golpeado el corazón del motor económico del reino. Las consecuencias fueron devastadoras, y los marroquíes contuvieron la respiración cuando las rápidas investigaciones iniciales revelaron que otras ciudades también podrían estar en la mira. Este trágico evento también intensificó la estigmatización de Sidi Moumen, un barrio marginal de Casablanca que ya sufría de pobreza y falta de infraestructura. Además, alteró la percepción de la sociedad marroquí hacia los llamados «barbudos del reino» tras una amplia operación de arrestos entre los islamistas marroquíes. Casablanca. 22H. Varias explosiones, unas cuarenta víctimas. Era el 16 de mayo de 2003, pasadas las 21:40 horas, cuando múltiples explosiones sacudieron diferentes puntos de la ciudad blanca. En la Casa de España, un conocido restaurante en la calle Lafayette, «una potente explosión sacudió la sala, seguida de otra igual de fuerte», relata Hicham, un sobreviviente citado en la edición del 15 de mayo de 2003 del diario l'Economiste. «Algunos heridos tenían trozos de metal y clavos incrustados en sus cuerpos. Otros restos fueron encontrados en las paredes de los edificios frente al club», añade el medio. «A las 22:15, unos veinte minutos después de las dos explosiones, las fuerzas del orden seguían llegando a la calle Lafayette, donde se encuentra el club. Los testimonios más coincidentes hablaban de una veintena de cuerpos destrozados y 47 heridos. Trozos de carne humana fueron hallados a más de 40 metros del lugar siniestrado. Otros fueron lanzados violentamente contra las fachadas de un edificio y del hotel Mauritania, situados a pocos metros del club. Los habitantes de la calle mencionan dos explosiones sucesivas.» Los tres lugares de Casablanca más devastados por los atentados. / Ph. DR En este lugar, que data de 1958, los terroristas habrían apuñalado al vigilante en la entrada antes de detonar sus bombas en el interior. A las 22:00 horas, en el hotel Farah (antes Safir), ubicado en la avenida de las FAR, a unos kilómetros de la Casa de España, dos personas, según las autoridades locales (tres según testigos presenciales), vestidas con jeans y zapatillas y portando mochilas, se presentaron en la entrada del hotel, relata l'Economiste en un segundo artículo sobre estos atentados. Periodistas y ciudadanos reportan el horror Debido a su apariencia sospechosa, un vigilante intentó impedirles el paso, pero fue apuñalado con un gran cuchillo de caza. Su compañero se lanzó sobre el agresor para inmovilizarlo justo cuando este último detonó su bomba. El segundo atacante intentó ingresar al hotel, pero perdió su mochila con la bomba y fue inmovilizado por empleados del establecimiento. «Varias horas después del atentado, el olor a carne quemada aún impregnaba el aire en el hotel Farah (antes Safir)», describe un periodista presente en el lugar. Elementos de la policía científica. / Ilustración Y eso no fue todo. En cuestión de minutos, bombas explotaron casi simultáneamente en el antiguo cementerio israelita de Casablanca, un restaurante italiano, un centro social hebreo y cerca del consulado belga. Uno de los atacantes se hizo explotar a unos cien metros del primer lugar, matando a tres civiles. Cerca del consulado belga, la explosión mató a dos policías, mientras que la frente al centro social hebreo no causó víctimas.