El redescubrimiento de un cuadro que marca el inicio de las obras para la edificación de la ciudad de Khouribga (1938-1940), realizado por Aimane Cherragui, quien lo fotografió y publicó en su perfil de Facebook (ver enlace), nos inspiró a retomar la historia de esta ciudad cuyo destino está íntimamente ligado a las minas de fosfatos. Un vistazo al pasado. Khouribga se ha consolidado como una ciudad minera por excelencia. La extracción de fosfatos, iniciada por los colonizadores franceses al comienzo del periodo del protectorado, transformó esta localidad de manera radical. Se convirtió en el destino predilecto para los más desfavorecidos de las tribus circundantes. La fundación de la Oficina Jerifiana de Fosfatos, el 20 de agosto de 1920, catapultó su renombre. Así comenzó la migración hacia Khouribga y el asentamiento de los nómadas, quienes hasta entonces dependían principalmente de la cría de ovejas, ya que el cultivo de trigo era inviable debido a la aridez del suelo. La explotación minera requería una fuerza laboral no solo de las regiones adyacentes, sino también del Souss. Las viviendas ofrecidas gratuitamente por la OCP atrajeron a numerosos marroquíes pobres, quienes accedieron por primera vez a una vivienda digna. Los empleados franceses de mayor rango, en cambio, disfrutaban de villas de madera, que aún existen y son ocupadas por agentes graduados de la Oficina. A pesar del rápido crecimiento urbano, el barrio donde residían los franceses seguía siendo conocido como el «Village», y para los antiguos habitantes de Khouribga, simplemente el «Fillage». Nacimiento del proletariado marroquí Tras los años de euforia inicial, Khouribga, convertida en una «ciudad-fábrica», se familiarizó inevitablemente con el concepto de huelga, un fenómeno inédito en Marruecos. La concentración de una numerosa fuerza laboral, sumada a la presencia de algunos comunistas franceses, proporcionó el caldo de cultivo para el surgimiento de la protesta obrera. Los mineros de Khouribga, a menudo a su pesar, se situaron a la vanguardia no solo de la lucha laboral en Marruecos, sino también del movimiento por la independencia. Desde los años 40, el descontento social comenzó a aflorar, brindando una oportunidad a los líderes del Movimiento Nacionalista. Un solo día de paro en las minas de la OCP afectaba inmediatamente las finanzas del grupo y del protectorado. Entre 1945 y 1948, las huelgas se multiplicaron, desencadenando una represión ejercida por el ejército francés, respaldado por colonos agrupados en el colectivo «Presencia francesa». Abderrahim Bouabid, antiguo primer secretario de la USFP, escribió en sus memorias: «Algunos de ellos, especialmente en las regiones de Beni Mellal, Khouribga, Oued Zem, emprendieron operaciones represivas con el único objetivo de sembrar el terror y mantener al país en silencio, un silencio que se presentaba inmediatamente como una muestra de apego a la presencia colonial.» Años después, el 20 de agosto de 1955, los trabajadores de Oued Zem, a unos 25 km de Khouribga, infligieron un golpe decisivo a la presencia militar francesa en el país. Una manifestación de mineros que exigía el regreso al trono de Mohamed V fue brutalmente reprimida. El balance de la época hablaba de «al menos 200 víctimas, entre ellas 25 mujeres y 36 niños». Este trágico saldo precipitó el inicio de negociaciones sobre el futuro de Marruecos, culminando con la firma, el 6 de noviembre de 1955, de los acuerdos de La Celle Saint-Cloud entre el sultán Mohammed V y el presidente del Consejo de Ministros francés, Antoine Pinay, que pusieron fin al protectorado. La huelga más prolongada en el Marruecos independiente El fin de la presencia francesa no significó el cese de la lucha para los trabajadores de Khouribga y su región. La independencia no resolvió todos los problemas ni calmó todas las frustraciones de los mineros. Durante los agitados años 60, el estado de excepción decretado en 1965 exacerbó las tensiones en lugar de apaciguarlas. En 1971, se produjo una confrontación directa. Durante casi tres meses, del 20 de septiembre al 5 de diciembre, Marruecos vivió su huelga más prolongada en la era moderna. Tres años antes, otra huelga había durado seis semanas.