A medida que se intensifican las maniobras diplomáticas ante la inminente votación del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre una nueva resolución relacionada con la cuestión del Sáhara Occidental, Argelia menciona una posible abstención si la resolución incluye alguna referencia a la soberanía de Marruecos sobre la región. A pocos días de la crucial votación en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre una nueva resolución para el Sahara Occidental, Argelia insinúa que podría abstenerse si el texto menciona la soberanía marroquí sobre el territorio. Los periódicos argelinos El Khabar y Le Soir, cercanos al poder, informan que Argelia «podría no apoyar la resolución del Consejo de Seguridad sobre la soberanía marroquí», según «fuentes en Nueva York». Subrayan que «Argelia sigue firmemente comprometida con la organización de un referéndum de autodeterminación como solución definitiva al conflicto». Esta postura refleja «el alineamiento de la política argelina con la legitimidad internacional y las resoluciones de la ONU». La prensa argelina también critica a los países que respaldan la soberanía marroquí sobre el Sahara, acusándolos de adoptar «un enfoque ambiguo de un conflicto que se prolonga por cincuenta años, al imponer una interpretación jurídica en el seno de las Naciones Unidas». Las críticas se dirigen especialmente a Estados Unidos, Francia y el Reino Unido, a quienes acusan de «precipitarse» y de «poner en peligro la estabilidad del Magreb, el Sahel y el Mediterráneo». Las mismas fuentes añaden que ciertas capitales occidentales están «atrapadas en sus cálculos geopolíticos, mientras que una solución justa y duradera debería respetar la voluntad del pueblo saharaui, en lugar de basarse en acuerdos temporales o cálculos estratégicos estrechos». Estas filtraciones mediáticas envían señales preocupantes al Frente Polisario, en un contexto de tensiones entre Argelia y Rusia, que podrían llevar a Moscú a no usar su derecho de veto para respaldar la posición argelina. ¿Se abstendrá Rusia de usar su derecho de veto? Argelia sigue de cerca el creciente respaldo de Rusia al mariscal Khalifa Haftar, líder del «Ejército Nacional Libio», y la creciente influencia rusa en el Sahel. Esto ocurre mientras las relaciones de Argelia con Malí, Níger y Burkina Faso están estancadas, tras el retiro mutuo de embajadores y el aplazamiento del nombramiento de un nuevo embajador argelino en Uagadugú. En cambio, los países del Sahel están experimentando una «edad de oro» en sus relaciones con Moscú, que ha reforzado su presencia militar y política en la región. Las informaciones sobre la posible abstención de Argelia en la votación del Consejo de Seguridad se dan a conocer 24 horas después de unas conversaciones telefónicas entre el ministro argelino de Asuntos Exteriores, Ahmed Attaf, y su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, quienes abordaron la cuestión del Sahara, entre otros temas regionales, según el comunicado del ministerio argelino de Asuntos Exteriores. En este contexto cambiante, el «ministro de Asuntos Exteriores» del Frente Polisario, Mohamed Salem Beissat, presentó ayer, durante una conferencia de prensa, la propuesta sometida al Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, el pasado lunes. Sin embargo, el Frente no tiene nada nuevo que ofrecer, reiterando su demanda de un referéndum de autodeterminación, una opción que las Naciones Unidas habían considerado previamente irrealizable debido a desacuerdos persistentes sobre la definición del electorado elegible. Cabe destacar que el nuevo proyecto de resolución de la ONU, preparado por Estados Unidos y del cual se han filtrado partes, insta a las partes en conflicto a entablar negociaciones serias sobre la propuesta de autonomía marroquí, considerándola como «la única solución» para poner fin al conflicto del Sahara. En este mismo contexto, el enviado estadounidense para Oriente Medio, Steve Whitcomb, anunció el domingo que la administración del presidente Donald Trump está actualmente mediando para negociar un acuerdo de paz entre Marruecos y Argelia, esperando lograr una reconciliación en sesenta días.