El 20 de junio de 1981, una huelga convocada por la Confederación Democrática del Trabajo (CDT) fue violentamente reprimida en Casablanca. Varias víctimas cayeron bajo las balas, mientras que las detenciones se contaban por cientos. Yabiladi se ha reunido con sobrevivientes y familias de las víctimas. A principios de la década de 1980, la economía marroquí se encontraba al borde del colapso. El país enfrentaba una crisis provocada por la caída de los precios mundiales de los fosfatos, lo que afectó gravemente el costo de vida y el poder adquisitivo de los ciudadanos. Marruecos vivía un éxodo rural sin precedentes, mientras que el gobierno de Maâti Bouabid anunciaba un incremento del 50% en los precios de los productos alimenticios básicos. Pese a las demandas de partidos de oposición y sindicatos para revertir esta medida, el gobierno no cedió. En respuesta, la Confederación Democrática del Trabajo (CDT) convocó una huelga general en Casablanca el 18 de junio de ese año. Aunque hubo algunas detenciones, los eventos no escalaron a violencia en ese momento. Sin embargo, dos días después, una nueva huelga reunió a un mayor número de personas en la ciudad, dando lugar a la conocida «revuelta de koumira». Las autoridades intervinieron con fuerza, dispersando las concentraciones de manera violenta. Disparos con balas reales La situación se descontroló rápidamente y el ejército fue llamado como refuerzo. Los militares se desplegaron por toda la ciudad, pero las manifestaciones continuaron, atrayendo a más ciudadanos indignados. Se dio la orden de utilizar balas reales. Las fuerzas de seguridad arrestaban a cualquier persona que encontraran, participara o no en las protestas. Como resultado, muchos jóvenes de Casablanca fueron confinados en espacios cerrados y abarrotados. Algunos perdieron la vida. Los sobrevivientes fueron llevados a comisarías, donde sufrieron torturas antes de ser obligados a firmar declaraciones cuyo contenido desconocían. Siguieron juicios sumarios, condenando a varios jóvenes a penas de hasta 20 años de prisión. Incluso después de cumplir sus condenas, algunos fueron obligados por una decisión judicial a exiliarse de Casablanca tras su liberación. Treinta y siete años después, muchos de estos exdetenidos siguen lidiando con las secuelas de aquellos años de privación, detención y tortura. Algunos padecen enfermedades crónicas relacionadas con sus condiciones de encarcelamiento, mientras que otros requieren atención psicológica. Equidad y reconciliación A principios de los años 2000, Marruecos mostró su intención de reconciliarse con este oscuro pasado y cerrar este capítulo de su historia. Así, en enero de 2004, se creó la Instancia de Equidad y Reconciliación (IER), con el objetivo de rehabilitar a todas las víctimas de esos años oscuros posteriores a la independencia. La IER se encargó de «investigar, arbitrar y proponer» medidas, según el Dahir n°1.04.42 del 10 de abril de 2004, que aprobó sus estatutos. En su búsqueda de la verdad y la definición de responsabilidades, la IER cruzó datos de archivos estatales y organizó audiencias públicas donde las víctimas dieron su testimonio ante miembros de la instancia, observadores internacionales y la prensa. Este proceso resultó en la reparación de las víctimas, aunque algunas cuestionaron el proceso y las indemnizaciones, considerándolas insuficientes. La construcción de un cementerio para la memoria En 2016, se descubrió una fosa común con víctimas del 20 de junio de 1981. En septiembre de ese año, los cuerpos fueron exhumados para ser enterrados legalmente, en presencia de políticos, activistas de derechos humanos y familiares de las víctimas. Si bien esta iniciativa permitió a algunas familias cerrar el duelo por sus seres queridos, también fue criticada por otras familias de víctimas. Reunidas en la Asociación 20 de Junio, reprocharon a las autoridades marroquíes por no permitir la existencia legal de la organización, a pesar de haber cumplido con todos los trámites administrativos y legales. Por su parte, el Consejo Nacional de Derechos Humanos (CNDH) reconoció algunas deficiencias en el proceso de exhumación, citando una falta de experiencia.