Un documento secreto de la CIA, fechado el 1 de marzo de 1987 y desclasificado el 12 de enero de 2017, muestra cómo los servicios de inteligencia evaluaron una de las fases más delicadas de la historia del conflicto entre Marruecos y Argelia respecto al Sahara. Señala la escalada de tensiones en esta etapa, advirtiendo que el vecino del Este podría recurrir a una política de alto riesgo para apoyar al Frente Polisario. Un documento desclasificado de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), fechado el 1 de marzo de 1987 y revelado al público el 12 de enero de 2017, expone que los servicios de inteligencia estadounidenses anticiparon que Argelia llevaría a cabo acciones provocadoras en nombre del Frente Polisario hacia 1990. Este informe señala que Argel ya había actuado de manera similar en 1984, emboscando a una patrulla fronteriza marroquí mientras Rabat «empujaba agresivamente» a las milicias separatistas «fuera de sus bastiones en el Sahara Occidental». El documento continúa indicando que, una vez tomada la decisión de involucrarse en estas acciones, el riesgo de conflicto armado sería considerable, con una alta probabilidad de que Marruecos y Argelia iniciaran una serie de incursiones y escaramuzas. La CIA recordó el precedente de 1963, cuando ambas naciones «llevaron a cabo una serie de combates a lo largo de su frontera central», y luego en 1976, durante «dos batallas en el Sahara Occidental». Las estimaciones de la CIA en aquel momento sugerían que prolongar la guerra del Sahara Occidental acercaría ocasionalmente a Argelia y Marruecos a las hostilidades. Además, la CIA señaló que «en ausencia de cualquier esfuerzo diplomático, los argelinos cada vez más frustrados podrían intentar usar una fuerza suficiente para romper la obstinación de Rabat». La guerra no es una solución El documento subraya que el entrenamiento, suministro y asesoramiento de los combatientes del Polisario por parte de Argelia no son cuestiones que Argelia o Marruecos consideren resolver mediante una guerra abierta. Sin embargo, la guerra del Sahara Occidental obstaculiza la normalización de las relaciones entre ambos países, incrementa la desconfianza mutua y mantiene a sus fuerzas peligrosamente cerca una de otra. Mauritania emerge como un punto sensible en los cálculos de ambos países. Argelia ve en Nuakchot un escenario para reforzar su influencia regional, mientras que Marruecos considera la estabilidad mauritana como clave para su seguridad nacional. Con la inestabilidad política frecuente en Mauritania durante los años 80, los servicios de inteligencia estadounidenses temían que cualquier perturbación allí desencadenara una nueva escalada entre Marruecos y Argelia. Además, cada bando buscaba extender su influencia sobre los corredores estratégicos al sur del Sahara. En este contexto, el documento refleja las preocupaciones de Washington sobre la continuidad de su asociación con Argel y su claro alineamiento militar con Marruecos. Estados Unidos enfrentaba el dilema de mantener un equilibrio prudente entre las dos partes, especialmente porque estaban en juego sus intereses en el norte de África. La misma fuente menciona ocasiones en las que los dos países vecinos estuvieron al borde de la guerra. «La última fue en la primavera de 1984. Ese año, las fuerzas marroquíes expulsaron al Frente Polisario de casi todos sus principales campamentos en el Sahara Occidental. Argelia expresó su descontento emboscando a una columna de suministro marroquí en territorio argelino, en un atajo regularmente utilizado para llegar al puesto fronterizo de Marruecos. Cuatro soldados marroquíes fueron asesinados y otros 31 fueron capturados», señala la CIA. En 1963, los dos países llevaron a cabo una serie de batallas a lo largo de la frontera central no demarcada. En 1976, el ejército marroquí expulsó a las fuerzas argelinas de la región de Amgala en el Sahara, después de dos batallas. «Desde nuestro punto de vista, la guerra del Sahara Occidental es el punto de tensión más importante entre los dos vecinos. Estimamos que más de 100,000 soldados marroquíes están movilizados en la defensa del Sahara Occidental, contra 3,000 a 5,000 combatientes del Polisario, apoyados por Argelia.» Documento de la CIA Argel intenta influir en el curso de la guerra Sobre la batalla de Amgala y sus consecuencias, el documento confirma que estas confrontaciones surgieron de las maniobras argelinas «para influir en el curso de la guerra con sus propias fuerzas», ya que «las fuerzas argelinas efectivamente combatieron en el Sahara Occidental». «Un alto funcionario del gobierno argelino le dijo al embajador estadounidense, en junio pasado, que Argelia deseaba llegar a un arreglo que le permitiera salvar las apariencias, pero que 'Hassan II solo recurría a evasivas'. Dijo que Argelia no podía permitirse ver al Polisario perder la guerra directamente.» Documento de la CIA Según las estimaciones estadounidenses de la época, Argelia tenía varias opciones a su disposición para ejercer más presión sobre el rey Hassan II, con el fin de iniciar «negociaciones serias» sobre el Sahara Occidental. Tenía los medios para permitir que los combatientes cruzaran directamente a Marruecos desde Argelia, para llevar a cabo operaciones detrás del Muro de arena. El presidente Benjedid también quiso acentuar la amenaza de guerra como expresión de frustración ante la falta de progreso hacia un arreglo negociado. Se destacó que «algunos batallones blindados argelinos o aviones podrían entrar en combate en el Sahara Occidental, para ayudar al Polisario a abrir brechas significativas en el muro de arena». «Argelia probablemente se abstiene de tomar cualquiera de estas medidas, por el momento, debido al alto riesgo que podría conducir a una guerra directa con Marruecos», señala el documento. No obstante, la fuente presume que «Rabat puede continuar la guerra durante varios años más» y que Argelia «podría finalmente tener que elegir entre aceptar el fracaso de su política pro-Polisario, o involucrarse en una nueva maniobra diplomática».